Hugo Londoño – Director Innovación Cultura Segura.
“La educación es lo que sobrevive cuando lo que se ha aprendido se ha olvidado”. B. F. Skinner
¿Por qué hay personas que no se cuidan o bajan la guardia con comportamientos de autocuidado cuando aún estamos en medio de la pandemia?
El autocuidado es un comportamiento que surge luego de un proceso racional y social como consecuencia de la educación y el amor propio. Por eso requieren por parte de los individuos conocimiento y voluntad, y por parte del entorno una cultura a base de la educación y la participación social. Para entenderlo, partamos por revisar el siguiente ciclo: Los comportamientos de autocuidado son un aprendizaje. Los aprendizajes se obtienen por una combinación de instrucción y experiencia. La instrucción implica técnicas de formación efectivas y adaptadas a la población que va dirigida; la experiencia tiene que ver con la repetición y el aprendizaje social. Finalmente, cualquier aprendizaje que se evidencie en comportamientos específicos, estuvo mediado por las consecuencias que vivió un individuo o un grupo en el proceso de adaptación a su contexto. Por lo tanto, en caso de ocurrir lo contrario, quiere decir que los individuos que no se autoprotegen no han tenido consecuencias en su contexto por ello, y seguramente no han tenido ni formación adecuada, ni experiencias sociales enriquecedoras de autoprotección, y por tanto aún no han adquirido el aprendizaje. Ahora este ciclo vamos a explicarlo en sentido inverso para comprender cómo llevarlo a la práctica. Iniciemos por comprender qué se entiende por comportamiento y cuál es su relación con el aprendizaje del autocuidado. Los comportamientos son un conjunto estable de reacciones ante diversos estímulos del ambiente. Por ende, el autocuidado es el resultado de la adaptación de los individuos a un contexto específico (llámese empresa, barrio, familia etc.) por medio de la enseñanza y la experiencia. Con dos ejemplos se hará más fácil de visualizar:
El condicionamiento operante
De todos los logros de la psicología a lo largo del siglo XX el más importante, y del que se desprenden todos los demás avances futuros, fue el descubrimiento del Condicionamiento Operante (CO) (Skinner, 1953). Para entenderlo fácilmente, el CO fue la demostración de que son las consecuencias de las conductas las que determinan los comportamientos de los individuos. Si las consecuencias son percibidas como favorables, satisfactorias, es decir que reflejan ganancia para los individuos, las conductas se tienden a repetir. Si las consecuencias son percibidas como desfavorables, displacenteras, aversivas, las conductas tienden a ser evitadas, a desaparecer. Luego del condicionamiento operante, surgió una corriente psicológica que se interesó por estudiar los procesos mentales que soportan las creencias, los valores, los aprendizajes sociales, la voluntad y la autodeterminación (Best, J. 1986) en los que se demostró la efectividad del aprendizaje social por instrucción, interacción e imitación. El aporte de este estuvo en que las consecuencias seguían teniendo impacto en los comportamientos, solo que eran diversos y dados por complejas contingencias sociales, en la que la autovaloración del individuo tenía un efecto importante si, además, se realizaba en grupo.
Conductas de autocuidado
Ahora bien, cuando los comportamientos de las personas no se ajustan a las exigencias de la realidad, como lo fue la noticia de la fiesta masiva en el Pacífico colombiano que fue detenida por la policía, en la que ninguno de los asistentes tenía conductas de autocuidado. En ese caso, dicha comunidad dio prioridad a las consecuencias de seguir los hábitos y valores del gueto, en lugar de acatar los protocolos de las autoridades oficiales (locales y nacionales), la cuales ven lejanas y no le dan credibilidad. Este ejemplo nos sirve para entender que la gente da prioridad a los hábitos que ha repetido por largo periodo de vida. He ahí la importancia de que la enseñanza no sea homogénea, sino adaptada a cada grupo social. Las poblaciones pueden ser vistas como stakeholders. Los grupos de interés suelen tener características diversas en sus hábitos, valores, nivel de educación, nivel de compromiso y nivel de poder, y estos elementos deben ser tenidos en cuenta para lograr generar motivación, confianza y compromiso. De no tenerlo presente se detonarían las resistencias y en ello la generación de conflictos. Entonces es el momento de introducir dos conceptos para acercarnos a la idea central del artículo que es el cómo multiplicar conductas de autocuidado.
Cuando un individuo, o un grupo, se ve enfrentado a realizar comportamientos que riñen con su sistema de valores se detona un conflicto interno que en psicología se le llama Disonancia Cognitiva (Festinger, 1957).
De dicha Disonancia Cognitiva -choque entre comportamientos y sistema de creencias y valores- se detonan una serie de juicios e interpretaciones erróneas llamadas “Sesgos Cognitivos” (Kahneman, 1972). Entonces, en el ejemplo dado, la disonancia cognitiva está en el choque de tener que usar tapabocas (comportamiento) cuando cree que es exagerado cuidarse así de una “gripa” (Creencia). De ahí deviene el juicio inexacto (sesgo cognitivo) creer que es ridículo usar el tapabocas. De tal manera, la tendencia de la persona será la de no hacer uso disciplinado de los protocolos de bioseguridad. Teniendo claros estos conceptos podemos proceder a la parte esperada del texto.
¿Cómo multiplicar conductas de autocuidado?
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Bibliografía:
Best, J. 2001. Psicología Cognitiva. España: International Thompson Editores Spain.
Festinger, L. 1975. Teoría de la disonancia cognoscitiva. Instituto de Estudios Políticos.
Kahneman, D.; Tversky, A. (1972). «Subjective probability: A judgment of representativeness». Cognitive Psychology 3 (3): 430-454.
Skinner, B. F. 1953. The Behavioral of organisms: an experimental análisis. Nueva York Appleton-Century-Crofts.